El nuevo magia blanca

  Entre botellas de refresco y bocanadas de humo dispusimos unas horas de la madrugada.  Contamos chistes y recordamos nuestras reglas de vida, las cuales llevamos a cuanta relación tuvimos desde la adolescencia:

  1. No tener apegos 
  2. No extrañar 
  3. Saber decir NO

   Me convertí en su escribano, pues me dijo más sentencias de las que pudiera recordar, algunas de ellas las tuvo que repetir, haciéndome prometer que no compartiera mayores datos de ellas.

Decía -Manuel, “hay cosas  que nunca se deben decir ni en pláticas, por piedad o perdón a esa persona.  Porque hasta en el más miserable, siempre hay un rinconcito para Dios” Al inicio no entendí del todo estas palabras, conforme avanzaron las horas supe el significado.

   En el enredo de las cosas pasadas iba cachándole sus dotes de hacer alegorías como esta, en torno a la fidelidad y su diferencia con la lealtad en las relaciones:

"La fidelidad  es como comer gansito con todo y empaque, mientas que la lealtad es comérselo a mordiscos y sin piedad"

De inmediato se aventó otra frase que signifiqué como más profunda:

"El amor es certero, conciso. Si quieres ser feliz con una mujer, cásate con alguien con quien puedas platicar toda la vida. ¿De qué estás enamorado Manuel?" 
Se la devolví  con una respuesta que tengo a flor de piel -
"El secreto para que puedas armonizar un amor es: dejar ser"

   Nos contamos de todo y reímos hasta el hartazgo, viejos lobos de amor. Volvimos a revivir muchas andanzas, secretos de hermanos, de esos que solo nosotros podíamos contar, porque no encontramos un espejo mejor que nuestra propia sangre. 
    Compartió su visión sobre la amistad y el placer de platicar con alguien buscando el amanecer, a quien decirle albures y morirse casi por no encontrarle, hasta hallarle donde menos se pensaba. Ahí supe que había gozado y sufrido demasiado por mujeres trágicas de vidas catastróficas. Recomendó ver películas, creo yo, porque se sentía reflejado en ellas, -el lado obscuro del corazón- repitió dos veces, al momento de soltarme otra de sus frases: 

"Un acto de amor que puedes tener por otra persona es quitarte de en medio, para no ahondar la herida que podría causar  irse cuando esto sea más grande. Yo puedo soportarlo todo, pero no ver sufrir a quien amo"


  Nuestra reunión terminó caminando las calles del barrio, reconstruyendo los hechos del ayer inmediato, contándome su sueño de la semana del temblor. 

  Desperté contento por él, pues había vuelto, aunque un poco triste porque no lo vería sino hasta el próximo mes. 

 Ahora que rememoro esto, le he hablado por teléfono para pedirle permiso de publicar una versión sintetizada de esa noche. Me mandó un mensaje de texto "Con usted amado Manuel siempre podré hablar desde las hormigas hasta las estrellas" indexando una foto de su mano; lo interpreté como un: sí. 

¿Por qué no creerle? Me lo estaba diciendo un hombre forjado a madrazos, con las suficientes cicatrices externas e internas para dejar constancia de estar vivo, amando a morir.

El rostro del nuevo Magia Blanca

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