Interpretando sueños

 En mi vida los sueños son un asunto familiar, abonados por la agudeza de los parientes maternos, ellos han sido unos interpretadores natos de las nostalgias tardías.


El Domingo me contaron algunos y apenas esta madrugada, con mi hermano, el tercer hijo de Magia Blanca, entretuvimos la soledad rememorando las interpretaciones o algunos viejos-nuevos temas.

Los sueños
El primero en narrar su vivencia onírica fue el sobrino; con pesadumbre relató  lo de sus dientes caídos. Continuó su mamá, ella había soñado con el viento, pegándole en el rostro mientras sollozaba, desconsolada, en el Oaxaca de antaño, el de la infancia, uno que amamos todos.

Nuestra madre no se quedó atrás, como siempre en los últimos años, imaginó a unas personas peleando mientras que ella consolaba a otras.

Mi tía no había dejado de lado su disposición premonitoria, al soñarnos a todos reunidos, debido a una causa incierta en casa de mis padres.

El heredero de Magia Blanca quizo contarme el suyo. En las profundidades de su estado dormilón, imaginó cómo nuestro padre, Don Luis, se había vuelto a morir. Él, con toda su incredulidad al estar despierto, dudaba en el mismo sueño de que eso fuese posible. Aún así, se desgarraba en lágrimas visitando el templo de la Misericordia, con un llanto que jamás había tenido. 

Como contagio  viral, lo de andar soñando llegó hasta las vecinas, una de ellas se alucinó a Juanita enferma de gravedad.  En cuanto despertó, fue a buscarla, hallándole en los quehaceres de abuela.

Eran demasiadas cosas juntas, todas pasaron en la semana del temblor. Cada quien hizo su interpretación y la más coincidente apuntaba al tercer hijo. Lo habíamos visto caer y después de mucho consuelo-paciencia=AMOR, estaba de vuelta, de ese viaje singular a sus adentros. 

Terminamos nuestra charla con una sentencia al estilo de Juana:

“No seas esclavo del pasado, no remuevas heridas que ya cicatrizaron.” 


Amanecer en Oaxaca

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