Sobre el territorio

 

Prólogo no solicitado

El siguiente ensayo articula las ideas primeras de una serie, pretensiosa, sobre las concepciones cercanas al concepto de territorio. Procura asirse de una metodología autodidacta en la que el esfuerzo intelectual radica, al inicio, en no voltear la mirada sobre lo ya escrito por diversos autores, so pretexto de ejercitar el diálogo en otredad. El cual, al descubrirse en otros seres dialogantes va mutando. Prueba de ello es este prólogo, que al escribir ya es pasado, pues la idea de Territorio está cambiando.
El lector  puede sentir prurito ante el desafío de leer a alguien, que de inicio reconoce no asistirse del estilo promovido por la American Psychological Association, cuestión tan demarcada por la academia imperante (en estas latitudes). Doy razón de ello, pues las palabras vertidas por este escribano son un intento de hacer lo que se hace desde otra plataforma y no la impuesta. 
Hay un esfuerzo por mantener la atención en el tema del territorio a pesar de la fugacidad del escrito, que deambula entre géneros literarios como la narrativa y la lírica, y el análisis sobre lo contencioso del modelo educativo.
Si bien existen otros temas, vinculados al territorio, desde el cual girarán los próximos escritos. Ahora se hinca más la inflexión epistémica, sobre el territorio y educación formal-informal. Se nota en su escritura, el capital cultural (este concepto es de Bourdieu) propio de quienes arguyen ideas basándose en el sentir de su paso por la vida, lo cual será fácil de juzgar dado que al final de algunos párrafos se escriben frases sentenciosas o determinantes, propias del estilo del autor. Esto demuestra también su constante referencia a la vida escolar y familiar y el cómo esto  ha constituido su devenir como pedagogo.
Para una lectura más ágil suprime la escritura de algunos términos utilizando solo su letra inicial en mayúscula.
Este prólogo es un arrebato de su otro yo, que le justifica (nótese la tercera persona en su forma impersonal). Vea pues como inicia, utilizando un verbo en su forma pronominal, aplicado a él mismo.



Hallarme
Hasta hoy, enero dos mil diecisiete, caí en la cuenta de tener presente en mis relaciones sociales un medio a través del cual se ha posibilitado el vivir. Llegué a él pretendiendo ubicar un solo concepto para dinamizar el resto, que tuviese la virtud de estar  en el diario acontecer, aunque ausente en su nominación. Para hallarle anoté en un esquema los sitios del cotidiano en que me desenvuelvo, les llamé esferas: Educación formal-informal, familia, religión, y política. Derredor de estos nombres concentradores, descubrí otras palabras circundantes, a estas les ubiqué dentro de las primeras esferas, considerando que dentro de cada una hay un doble rol. En la EDUCACIÓN: educador, educando; RELIGIÓN: laico, promotor de pastoral; FAMILIA: esposo, padre; POLÍTICA ciudadano, dirigente. ¿Qué idea circundó mi cabeza para solo referir dos roles? Había ya una posibilidad de escribir el concepto que ligaba. Sin saberlo o queriendo expresarlo en el orden de su acontecimiento, escribí: Territorio,  de inmediato: Otro. Con mayor detenimiento interpelé a la razón y la justificación brotó a manera de una única respuesta: Yo y el otro continuamente discutimos, acordamos, generamos conflicto y posibilidades. Lo que determina el rol que cada uno juega es el Territorio. 
Además de los anteriores conceptos, puestos en esferas de acción, están interrelacionados con el T. cultura, poder, diálogo, transacción, vivencia, goce, transgresión, violencia, machismo-feminismo, compromiso, identidad, silencio, comunidad, tensiones, región, estado, y ley. La razón de dejar por escrito estos conceptos es tenerlos presentes para un tratamiento ulterior. ¿Por qué no incluir más conceptos? El Territorio tiene límites.

Sobre el territorio
En la búsqueda de referentes, con los cuales entablar diálogo en torno al concepto central, hubo necesidad de clasificarlos para distinguir el plano de uso. Así entonces, el ejercicio de análisis llevó a pensarme y pensar el Territorio como espacio de colectividad desafiante. El pensarlo de una u otra manera tiene que ver con el hecho de construir las relaciones intersubjetivas. el resultado es la definición personal sobre ello. El territorio es, un espacio físico y simbólico, si hacemos referencia a lo físico, puede ser que esa delimitación sea producto de una definición realizada en diferentes perspectivas y por quien la viva. Primer caso, por parte de todos quienes se asumen con derecho a decidir; segundo, por un solo miembro, que haya llegado a la asunción de legitimar su espacio por cualquiera de los siguientes medios, religioso, hereditario o violento; tercer caso, por algunos miembros, quienes similar al primero, lograron un acuerdo de pequeño grupo. Pero el T. no solo es concebible en su dimensión física, sino también es posible pensar el Territorio en un ámbito intangible, entonces la apropiación es a nivel interrelacional, personal o ambas. Aquí son las ideas las que habitan; si bien se sabe que el cerebro es un espacio físico donde se desarrolla los pensamientos, precisar el lugar donde sucede es tarea complicada, por eso afirmo que hay territorios no localizados, alojados en lo intangible. No es pues la sinapsis el territorio, sino un producto de ella.

Consulté a Francisco Larroyo  en su Historia general de la pedagogía de la versión de 1981 página 34 y hallé o interpreté una de sus afirmaciones en mi favor, dice: La cultura de todos los pueblos consta de una pluralidad de territorio. Aprovechando el viaje por sus páginas me dio (lo acepto, acoté) el ejemplo del combate entre yo y otro, los hechos morales, este concepto pulsó de forma circundante. Dice el mismo autor en la página 39: la ética es la disciplina que encuentra su objeto de reflexión en el territorio de la cultura de- nominado moralidad.

Las cuatro esferas están en función de lo que yo vivo, siento, reflexiono desde estos momentos de mi existir, una primera esfera donde aparece el territorio es la esfera de la educación formal y entonces en ese sentido aparece en mi ser educando y mi ser de educador. Una segunda esfera es lo familiar donde yo juego un rol de esposo y padre, sin dejar de observar que soy hermano, cuñado, sobrino,  tío y lo que se acumule. La tercera esfera está en terrenos de lo religioso, donde los roles asumidos son de laico y promotor de pastoral. La cuarta esfera va en el sentido de lo político, donde no sólo está lo relacionado con los otros actores de mi vida social, mi yo ciudadano, sino también cómo asumo posición de poder en un espacio que no es ni familiar religioso ni educativo, el de dirigente dentro de espacios de incidencia en lo común. 
Una vez teniendo claro las esferas en las que estoy dialogando-acordando-generando conflicto en el Territorio, ahondo, el T. es un espacio en el que ejercemos poder dentro de estas cuatro esferas, es un espacio que habita en mí y el otro,  desde el cual ambos   somos posibilidad, para nuestro propio entendimiento, donde yo reconozco quién soy y qué puedo hacer y el otro idealiza, ignora o asume que también puede.

Relato del Territorio en torno a la esfera de lo educativo formal
Una noche o a cualquier hora, tomado por sorpresa, el lugar se llena de quienes, presumiendo poder, expresan la frase aterradora- esto es mío. Sin mucho qué hacer ante el hecho, no habiendo fuerza que lo impida, es latente un nuevo lugar conquistado. Cuando no es así, en el momento de la oposición, existe la posibilidad del enfrentamiento; esa realidad, en tanto que posible, no es mas que seguida del acto primero, entonces ya hay un -vencimos o  -mantuvimos. De una u otra manera, la posesión se manifiesta. Ya hablemos del espacio físico o de la idea (tangible-intangible), en el entramado de vicisitudes, lo conquistado o retenido puede llamársele Territorio. 

No bien nacemos y la educación formal e informal, instaurada o construida, realiza el re juego de ayudarnos a nombrar lo que se va apareciendo a nuestros sentidos. Sin demasiadas explicaciones reconocernos como propio lo que a la familia pertenece, sin poner en duda la licitud de su obtención. El lenguaje, que pronto asumiremos como propio, precede a la construcción de significados derivados del proceso educativo, que si bien tiene un tiempo y espacio de acción, va mutando conforme se van aceptando pequeños cambios en él. Todo ese conglomerado de ideas y conceptos cohabitan, no más allá de los límites acordados por quienes llegaron primero o quienes llegaron después a sacarlos del T.

Territorio y educación formal-informal.
En torno a la idea de Territorio giran otras más, cada una de ellas con su simbolismo e historia. En este apartado procuro recuperar las pedagogías por las cuales ha transitado mi historia familiar y personal, de momento abordo la primera infancia y en otras entregas desplazaré las otras edades. Es una recuperación de los hechos y los autores que de una u otra manera marcaron esto que ahora concibo como la demarcación del espacio propio y común llamado territorio educativo.

En este primer apartado hablo del plan formativo que procuraron mis padres que derivó en la vorágine actual de mis pensamientos.

Sin temor a enjuiciar a los progenitores de mis hermanos el sentido de educar estaba ligado al de instruir, entonces la escuela era el lugar adonde se asistía para adquirir un saber que en casa, bien no se podía dar o se tenían limitaciones. Ese espacio de socialización al que fuimos sometidos sirvió para fortalecer el carácter y la autodeterminación que ahora constituyen parte de mis acciones docentes. Con acuerdo o sin él las repeticiones casi infinitas de órdenes y tareas eran dichas tanto en casa como en el colegio, pero con una intención distinta. Es curioso como mis padres, sin estudios formales, operaban esta suerte de educación informal, muy semejante a la de mis profesores primigenios. El castigo y la recompensa fueron unos (buena parte de los profesores de primaria), mientras  que la construcción y el autoaprendizaje los otros (mis padres). Aprendí en la observación de los hechos, viendo las regañadas de mis padres a mis hermanos y los golpes con borrador de pizarra, por parte de mi profesor de 5o año, a mis compañeros . En el Territorio de la educación formal-informal uno aprende de los otros, con los otros y a pesar de los otros .

Con la inseguridad manifiesta (¿quién está seguro?) afirmo,  escuela y familia fueron sentando las bases educativas desde visiones opuestas. Hurgando su origen llegue a Grecia, pudo haber sido la revisión en Mesopotamia o con los mayas pero occidente marcó un rumbo escrito mas preciso, que de momento, me configura. Sofistas y socráticos proponían visiones distintas por el aporte educativo, en los diálogos Protágoras y Georgias escritos por Platón, (recomiendo la edición de Gredos) se manifiestan argumentos válidos para cada cual y mutuamente excluyentes al inicio pero reconciliatorias al final. El debate sobre si la Areté se enseña o es conocimiento es un debate de los fines, del propósito de la misma. Invito a quien así lo desee a leerlo completo, dispongo de unos leves fragmentos referentes a lo que se enseña:
Protágoras:  Lo que yo enseño es la prudencia: en los asuntos familiares, para que administre su casa perfectamente; (319 a) y en los asuntos públicos, para que sea el mejor dispuesto en el actuar y en el hablar.
Sócrates: Yo creía, Protágoras, que esto no era enseñable,(refiriéndose a la política y la virtud) (b) si bien no sé cómo voy a disentir de tu afirmación. Y es justo que te diga por qué pienso que ni es enseñable ni los hombres pueden transmitírselo unos a otros.
Protágoras: [después de una larga explicación] Aquí tienes, Sócrates, lo que mediante un mito y un discurso razonado he dicho: Que la virtud es enseñable. Que los atenienses así lo creen. Que no tiene nada de sorprendente el que de padres buenos salgan hijos malos y de malos, buenos;
…Sócratres:    Dices que la virtud es enseñable; y si hubiera de creer a alguien, te creería a tí. (c) Te pido, pues, que me quites de encima este pequeño escrúpulo que me ha dejado tu discurso.
[Después de la discordia entre ambos debido a que cada uno debatía en su estilo]Calias: Reflexiona un poco, Sócrates, me dijo; parece justa la propuesta de Protágoras, al reclamar que le sea permitido disputar como le parezca, y a tí, también, como te plazca.
[Al final, la cuestión sigue en disputa, pero hay asunción de la diferencia] Sócrates: Pues estoy seguro de que, una vez aclarado esto, (361 a) inmediatamente quedará dilucidado aquello sobre lo cual tú y yo nos hemos extendido con largos discursos: Yo sosteniendo que la virtud no es enseñable; y tú, que sí es enseñable. Y el resultado de nuestra disputa me está pareciendo en este momento algo así como un individuo que nos acusa y se burla de nosotros. Si pudiera tomar la palabra, nos diría: «Sócrates y Protágoras, sois de lo que no hay. Tú, Sócrates, que al comienzo afirmabas que la virtud no es enseñable, te esfuerzas ahora en contradecirte, (b) procurando demostrar que todo esto es saber: la justicia, la sensatez, el valor. Esta es la mejor manera de indicar que la virtud es enseñable; porque si la virtud fuera algo distinto del saber, como intentaba sostener Protágoras, evidentemente no sería enseñable; mientras que, si ahora aparece completamente como un saber, como tú defiendes, Sócrates, resultaría sorprendente que no fuera enseñable. Protágoras, a su vez, que dio, entonces, por sentado que era enseñable, parece ahora empeñado en lo contrario, (c) pareciéndole cualquier cosa antes que un saber, por lo que de ningún modo sería enseñable». 

 Puedo decir que mis padres mostraban voluntad para la enseñanza y la escuela se inquietaba por enseñar lo que según ignoraba. ¿Dónde estaba yo en esa equidistancia? Lo más gracioso es que ambos se culpaban porque me saliera del cauce e hiciera mis propias averiguaciones. Estoy seguro que la mayoría de mis compañeros las hacían.

Como educador interesa conocer cuáles son las formas en que se va desarrollando el pensamiento del educando. En los planes de clase se escriben los aprendizajes esperados o los objetivos por alcanzar (depende qué pedagogía esté operando en el centro escolar). El logro de estos está aparejado con la puesta en marcha de actividades, llamadas de diferentes formas, tareas, ejercicios de reforzamiento, actividades; todas ellas consisten en tener claro un procedimiento en que cada cual realiza una parte de ese todo. El educador provoca o evoca y el educando atiende o se evoca en el otro.
Pero, esa tarea posee un grado de complejidad, para uno y otro. ¿Es posible identificar  complejidad por parte del educador en la tarea que idealiza? Mas allá de cómo se asume, logro identificar que hemos transitado caminos, cuyo trazo dibuja posibilidades. 

Ante cualquier ignorancia, asumiendo a la I. como eje solidario, humano, y común, el saber se instala por tarea, cuando no se es autodidacta. ¿Qué tipo de tarea se puede ejecutar para superarla? 
Previo a eso y para distinguir la I. veo necesario esclarecer-me qué se ignora. No se sabe lo que acontece y aún carece, para el que lo ignora, de nombre, llegue a él por percepción o apreciación es incapaz de enunciarlo, lo puede relacionar, pero de inicio lo ignora. 

Deleuze en Lógica del sentido ayudó a ubicar la tarea, le llamó proposición. Ahí está mi ancla, la I. de educandos y educadores se pudo discutir en el territorio gracias a lo que cada uno asumió como trascendente. Mientras que los profes mantenían el acontecimiento (la cosa por conocer) en el exterior,  los abuelos de mis hijos ponían el acento de la relación entre el acontecimiento que habla y se expresa; las posturas pudieron tener otro resultado si en ese periodo de mi vida, ambos hubiesen acordado darle sentido a sus deseos y pretensiones en la significación que podía darle al acontecimiento.




Un poema para ampliar el escrito
Envolvernos
No son las certezas 
las preocupaciones apremiantes.
Si acaso, son las aproximaciones,
las distancias y los instantes,
las únicas necesidades en que insistimos.
¿Certezas? 
¿Para qué?
Necesitamos contemplarnos.

Ni como evadir.
Queriéndolo o no y a propósito del tema Territorio brotó esta pregunta. ¿Por qué se puede estar enojado con los promotores del Nuevo Modelo Educativo?

Inicié mi lectura del nuevo modelo educativo con el texto de los fines. Ahí están plasmados los ideales formativos. Un fin es lo que se desea, a lo que se aspira.

En el entendido que el MME es resultado de una consulta abierta en línea a padres y madres de familia, discusiones en las academias y  foros de participación con distintos sectores (políticos, empresariales, sindicato). Caben unas preguntas y aseveraciones.
La consulta en línea establecía preguntas de opción múltiple con espacio reducido en caracteres, desde las cuales se podía expresar libremente lo que las mismas interrogantes acotaban; faltaron espacios para expresar preguntas y otras reflexiones del tipo ¿Qué estamos entendiendo por cultura, tolerancia, diverso, etcétera? El que estuviese abierta a toda la ciudadanía no significaba que todos quisieran participar, los grupos opositores a la reforma en el cual la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación es uno de ellos pero no el único y además dentro del mismo hay corrientes que divergen.

Desconozco qué estrategia no mediática ni intimidatoria dispusieron los promotores del nuevo modelo educativo para acercarse, para considerar,  si es que hubo, las posiciones y argumentos de la oposición. ¿Cómo podemos explicar a los educandos que somos una sola nación y no la de unos solos? ¿Tendría que reconocerse que no son los mismos valores los que nos motivan a todos?. Gradualmente se tiene la intención de ir ejecutando el modelo ¿con quién? Con los que asumen que el nuevo modelo educativo es lo que se debe, por el hecho de ser su pretensión producto del “diálogo”. Parece que llegaremos a las aulas, los que están de acuerdo y sus opositores al nuevo modelo, desde posiciones no coincidentes.

Buscamos esas posibles coincidencias esos mínimos en los que conviene acordar o bien reconozcamos que no hay acuerdo total. Uno de los posibles enojos con los promotores del nuevo modelo educativo es su capacidad para no asumir que su versión del modelo educativo tiene oponentes, que también hay otras formas de hacer y ser. Curioso es que promueven el reconocimiento de la diversidad pero no aceptan las posibilidades formativas en lo distinto.

Respecto de los foros de consulta ha sucedido lo mismo, los promotores del nuevo modelo educativo y su oposición tuvieron cada cual su foro, mutuamente excluyentes. Con las dos estrategias la consulta y los foros, vienen mis certezas, alguno o algunos centraron la información y determinaron unos criterios para omitir o dejar ideas, le dieron énfasis a unas expresiones y a otras no, pero ¿Es culpable por ello? Seguro que la oposición hizo un ejercicio similar. La diferencia es que en la plataforma en línea del nuevo modelo educativo, en un afán de validar sus ejercicios, exhibe a quienes donaron su trabajo de relator y a quienes cobraron su trabajo de sistematizar.

¿Qué hubieras hecho tú? preguntaría el presidente Peña Nieto. El enojo es que no acepten, ambos, que no hay acuerdo y que muchos de los que estamos en medio no tomamos partido por ellos y estamos a la espera o en el hartazgo, opinando o callando. Se parecen a esta remembranza, que exponía líneas arriba, en torno a la enseñanza y el conocimiento en sofistas y socráticos, mis padres y mis profesores de primaria. Cada quien, orinando el territorio.




La desmemoria y su virtud, o, un cierre inesperado.

Todos los días tengo que respaldar-resetear (reinicar desde cero aparente) la memoria. Este borrado es pretexto para iniciar de nuevo la vida en el cotidiano. Los likes, guiños, enredos, disgustos dentro del Territorio procuro dejarlos intactos en alguno de los hemisferios, en una especie de archivo comprimido, para darles posibilidad al descubrimiento.
Conocerse es un reto constante, pero descubrirse es poner la vida en el firmamento no dicho ni escrito, descubrirse es estar sin memoria aparente, sin pasado que arrastre ni prejuicio que pese. 
Los desmemoriados solemos recordar las vivencias en el espejo; lo que el reflejo devuelve se convierte entonces en una confirmación de aquello que tenemos guardado, cada palabra, gesto, silencio que nos devuelve adquiere mayor significado. La desmemoria es una virtud porque acepta, asume no tener la verdad pregonada.

Porque la vida, en el otro, siempre devuelve.

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